Ficha La Caza del Octubre Rojo

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Críticas de La Caza del Octubre Rojo (1)


Mad Warrior

  • 20 Oct 2022

9



El sonido de la osadía, la rebelión, la traición, la guerra, es el sonido del silencio.
Tan monumental en su tamaño como en su sofisticación, el submarino más imponente de tierras soviéticas zarpa hacia Norteamérica, el Mundo entero echa a temblar, pero sólo un hombre comprende sus intenciones y las de su capitán...

De esta manera no sólo se nos introducía en la primera de las muchas y suicidas misiones protagonizadas por el sagaz analista y asesor de seguridad nacional para la C.I.A. John P. Ryan (quien para mí siempre tuvo el físico de Michael Caine), sino en la primera de las muchas obras que pondrían a Thomas Clancy en las listas de los autores más reconocidos y prestigiosos de todos los tiempos. Resulta increíble que un tipo rechazado por el ejército por su mala vista y que pasaba horas trabajando en una agencia de seguros, propiedad de la familia de su esposa, pusiera de los nervios a un considerable número de militares y civiles con ¨The Hunt for Red October¨.
La razón fue su tremenda labor para documentarse, alimentado por su pasión por la historia naval y todo lo referente a tácticas militares, elementos técnicos y avances dentro del universo de defensa y bélico; la época hizo el resto, pues su debut, que incluso pasó a ser elogiado por Reagan, llegó en un momento extraño con respecto a la Guerra Fría, apareciendo un año después de que la tensión entre EE.UU. y la U.R.S.S. creciera hasta temerse un definitivo ataque nuclear, con la flota estadounidense llegando al Báltico y poniendo en alerta a Andropov y sus camaradas. Por fortuna esta ¨reaganiana¨ ¨Guerra de las Galaxias¨ de tácticas psicológicas se enfrió antes de que estallara del todo...

Un curioso clima de insatisfacción para proponer la hazaña del capitán de un submarino soviético en pos de la huida de su país y de la solicitud de asilo político en terreno enemigo, relato que parece inviable llevar al cine pero que termina sucediendo tras un largo proceso de preproducción, donde se ha reunido un presupuesto millonario, un John McTiernan que gracias a ¨Jungla de Cristal¨ ha quedado entre los más eficaces directores de acción del momento y un sólido reparto con el hacía poco resucitado Sean Connery, de casi 60 años, a la cabeza, encarnando a ese Marko Ramius que a finales de 1.984 escapa en el Octubre Rojo, presentado en una introducción perfecta para el escocés, solemne y consciente de sus actos.
Es por tanto que pese a ser la primera aventura de Ryan y de demostrar madera de héroe aun siendo una rata de oficina de la C.I.A., nunca roba el protagonismo al anterior; Alec Baldwin aporta credibilidad y simpatía al analista de 34 años, a quien ya encontramos junto a Caroline y Olivia y a las órdenes de Greer, preparado para entrar en acción. McTiernan hace buen uso de los más de 30 millones de presupuesto y de la ayuda especial del ejército y la marina, lo que asegura un despliegue de medios colosal durante el desarrollo de esta historia con cierto sabor británico, cocinada a fuego lento y avanzando gracias a las interacciones/intervenciones de los personajes.

A fuego lento aun con los cambios oportunos ante la tarea de adaptar una novela que casi llega a las 400 páginas; Donald Stewart y Larry Ferguson tienen que condensar las muchas disertaciones del nativo de Maryland, con gusto por la profundización a base de monólogos interiores y la extensión en las operaciones para llegar a una conclusión. En lo primero se acierta de pleno, pues aquí no hay tales monólogos, sería una maniobra ridícula; las primeras páginas dejaban al descubierto el objetivo de abandono y deserción de Ramius...los guionistas, sin embargo, lo presentan como el aparente villano, cuando no lo es.
Pero su postura ante la tripulación que comanda y, cómo no, todos los del exterior, es la de un extremista chiflado que desea desencadenar una guerra, apropiado para el marco de mitad de los 80 en el que se ubica la acción, dando pie a aflorar con intensidad (no cuando se estrena el film, pues el muro de Berlín acababa de ser derribado y esto no representa ningún peligro) el tan antiquísimo pánico arraigado al poder de invasión comunista. Aun esbozando a un grupo de soviéticos, enemigos por definición de EE.UU., desde lo humanista e íntimo, ese pánico de las páginas se traslada al film.

Ese pánico hace saltar alarmas en todos, incluso el embajador soviético (lo que no sucede en el libro) contacta con el Gobierno para informar, en una bien urdida treta, del suceso.
Ese pánico que también estuvo a punto de desatar una auténtica guerra en Noviembre de 1.983, debido a la posesión de armas nucleares y a las erróneas suposiciones. Gracias a que está Ryan, la cinta adhesiva entre la ignorancia de su propio Gobierno y las sospechosas acciones del ¨enemigo¨, la trama promueve la gran sorpresa de los ¨thrillers¨ situados durante la Guerra Fría.

Y es que, al menos para a un servidor, lo más atractivo del debut de Clancy no es su verborrea tecno-científico-militar, ni de las estudiadas estrategias marinas, ni de la exposición tan detallada de armamento avanzado que debería estar en posesión de un secretario de la marina y no de un agente de seguros (luego resulta que todo era un invento suyo), sino la idea de que, en un punto tan peliagudo de la longeva Guerra Fría, militares de uno y otro bando pudiesen llegar a un acuerdo, a dialogar en la misma sala sin tener previamente que abrir fuego o dejar por el camino unos cuantos cadáveres, a confraternizar.
El papel de Ryan es vital: no es militar propiamente dicho, sabe ruso, conoce personalmente al ¨invasor¨ (aunque todo el pasado acerca de la mujer de Ramius, que incluye tráfico de influencia política, quede sin revelarse, una lástima...), y aplica sus conocimientos en logística y su poder para el diálogo a la emoción humana. Un estadounidense que justifica los actos del enemigo y que desea convencer a todos de su buena intención, haciéndole un blanco indudable de miradas recelosas por parte de los que están a su alrededor, desde los funcionarios del Gobierno a los oficiales que se hacen cargo de la situación bajo el agua, como el capitán Mancuso (Scott Glenn en su habitual pero solvente interpretación).

Ante todo, dentro de estos espacios de soledad, sudor, aire irrespirable, claustrofobia y mínima capacidad de movimiento a los que el director nos arrastra como hiciera poco antes con McClane en el Nakatomi (similar e intenso duelo libra Ryan contra un saboteador entre los estrechos pasillos del Octubre) destaca su acercamiento psicológico, que se podrá expresar en una interacción memorable entre Sam Neill (un Borodin mucho más ¨emocional¨ que en el libro) y Connery, dando su visión desesperanzadora sobre el Mundo, sujeto a los hombres que a su vez se hallan sujetos a los conflictos.
La desilusión de un individuo por su patria soviética que no podría ir con peor sentido en la novela, presente en el guión: el de situar a los militares americanos en la mejor posición, la de la más infalible respuesta naval, mejor preparación y toma de decisiones, y pronunciada hospitalidad frente a las autodepredadoras maniobras soviéticas; lejos del agua y los submarinos está el entramado de conspiraciones, secretos, intrigas político-militares, medias mentiras, medias verdades y traiciones disfrazadas entre miembros del mismo bando, ambos presas del terror ante esas misteriosas intenciones de Ramius.

Traiciones las cuales dejan al descubierto una enorme brecha de seguridad interior, y mayor en el bando soviético, claro. Pobres rusos, que quedan como incompetentes y desamparados cuando ellos siempre han sabido marcar la ofensiva.
En un momento dado, para reforzar ese afán por la humillación y ya concluido el argumento, el embajador habla de otro percance en su flota, a lo que el consejero de seguridad nacional responde divertido ¨Andrei...no me dirá que han perdido otro submarino¨. Vence el Tío Sam al lobo de la estepa, y a Clancy y a toda la marina de EE.UU. esto le tiene que encantar.

Y la película rompe récords de taquilla y confirma la maestría absoluta de McTiernan para el ¨techno-thriller¨ de intriga de alto voltaje, sin por ello tener que atarse a los típicamente recargados efectismos de Hollywood; a cada paso que da la trama, sobrio e inteligente, más es nuestro deseo de sumergirnos a bordo del Octubre Rojo junto a sus protagonistas, y más cosas descubrimos en cada visionado.
Por otra parte, Baldwin demuestra ser un buen Ryan, y ello hizo despegar su carrera, pero Harrison Ford, que curiosamente había rechazado el papel en primera instancia, tomaría el relevo en sus futuras aventuras...



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